miércoles, 31 de diciembre de 2008

Feliz Navidad Alberto

Regreso a la pequeña ciudad donde pasaba las navidades, la última vez fue hace 7 meses pero no salí de la casa de lo abuelos, salgo vestido de traje porque es 24 de diciembre, único día para salir así sin ser visto como bicho raro. Camino por las calles, consiguiendo sin mucha dificultad invocar los recuerdos de mi adolescencia y mi niñez. Cintalapa ya no es lo mismo, no están los viejos amigos, o por lo menos no se donde están. El amor de mi adolescencia tampoco anda por aquí y eso me consta porque hablé con ella hace unas horas. Mi mejor amiga esta en Can Cun y no me agrado nada lo que me contó en su última llamada telefónica. En fin me siento un poco solo pero envuelto en un placer extraño al recorrer la pequeña ciudad. Llego a la iglesia y me pregunto a que he venido, nunca me he considerado buen católico y siempre he defendido la idea de que Dios está en todas partes, por lo que me vuelvo a cuestionar que hago en la iglesia, no queda más que ver a Jesucristo y decirle con un cariño sincero “Feliz Cumpleaños y de verdad, muchas gracias por invitarme a tu fiesta”. Regreso lento a la casa de mis abuelos y disfruto descubriendo nuevas bellezas de la ciudad, que van caminando envueltas en pantalones ajustados y chamarras ligeras, mirándome de reojo cuando tengo suerte y pasando de largo cuando no. Vuelvo a pensar en Ana (mi mejor amiga y la extraño un poco) me gustaría platicarle el momento. El consuelo es que pasaré la noche con Alejandra y ya habrá tiempo para hablar aunque no pueda hablar de lo mismo. Llego a la casa de los abuelos, porque aunque Papá Erasto se fue hace 7 años y se quedó Anita, la casa sigue siendo de los dos, semivacía para mi, sin el, pero aun me reconforta.

Trato de organizar el poker, juego, sonrío, peleo. Al final como siempre como, y mucho. entro al baño, me enjuago la cara, me veo al espejo y pienso: Feliz Navidad a ti detrás del espejo.