miércoles, 5 de noviembre de 2014

Camino a casa de mis padres.

Me venció el antojo de los guisos de mi madre y salgo a la noche fresca que insinúa la llegada del ansiado invierno. enciendo en mi mente un posible soundtrack con canciones de Siddhartha mientras viajo en coche para atravesar la ciudad a casa de mis padres. Veo las luces de Tuxtla y reafirmo mi amor por la ciudad, no me imagino nuevamente viviendo en otro lado. me pregunto si será normal pensarse siempre como actor de su propia película. me detengo algunas calles antes de mi destino. Se me antoja caminar por aquella colonia donde crecí. Camino por aquella pequeña explanada para encontrarme a dos niños jugando futbol que no son yo pero que bien podrían ser mi fantasma. Han desaparecido muchas cosas frente a mis ojos y no me he dado cuentas. Ya no esta aquel escenario de concreto donde todos jugábamos a ser artistas. No esta mas aquella banca que hacia las veces de rincón de enamorados y otras se convertía en la portería de futbol, la misma donde a los 10 años lloré en secreto la muerte de aquella niña hermosa que fue lo que ahora se, un amor platónico. Esta cancha de basquetbol por la que camino sin tableros y cuarteada me recuerdo a los amigos jugando sin cansancio hasta que la oscuridad nos regresara a casa, casi siempre salvos. Es una colonia menos peligrosa ahora que en aquellos finales de los ochentas cuando temíamos a las navajas de ´pseudo pandilleros que hicieron de aquella colonia de clase trabajadora, su campo de juegos. Supongo que ahora aquellos adolescentes inadaptados son ahora padres de familia que quieren que sus hijos crezcan sin aquellos miedos que nos atormentaban. Ha cambiado mucho la colonias, las canchas son ahora estacionamientos y hay muchos automóviles, impensables en aquel tiempo de crisis económica del 94. Recuerdo el Ford fermond viejo de mi padre y me recuerdo esperando la combi pública en esta esquina. Sin duda me hace bien pasar por aquí. por donde tuve amores y desamores, mas de los segundos para mi desgracia juvenil. pero a esa edad no había males que no curaran el futbol y la series del 7. Época maravillosa, supongo que cada quien tendrá la suya. Para mi fue aquella. Estoy a unos pasos de la casa donde crecí con aquella hermana gruñona que ahora vive sus sueños al otro lado del mundo. Se que al entrar se desvanecerán los recuerdos. se que mi madre saciara mis hambres, la del estomago y la del alma, y que mi padre me hablara del fin de semana de futbol y si esta de malas quizás me eche en cara otra vez el no haber sido jugador profesional. Talento desperdiciado dice el. Y si esta de buenas querrá obligarme a tomar café. irresistibles ambas opciones. al final no cabe dudas que estoy en mi barrio.