La mujer del fleco le hizo una pregunta. Si esto fuera una pelicula, como la titularías. Xavier pensó por un momento la respuesta. Su imaginación estaba a prueba, pero poco a poco en su cabeza la idea se fué transformando en un concepto y después en cuatro palabras: Bajo las lunas de febrero.
BAJO LAS LUNAS DE FEBRERO (fragmento del capitulo primero)
había sido en un día nublado cuando caminaba por el andador de Madero. Era la mañana de un sabado para ser mas específicos. Sus pasos eran lentos y dejaba que la calle, el aire fresco de febrero y los ruidos de la ciudad le entraran de apoco por la nariz. Más que por hambre por costumbre se sentó en una terraza de cualquier cafetería y tomó el periódico de cortesía. Al juzgar por las noticias el mundo se seguia yendo al carajo, prefirió pasar a la sección de deportes y olvidarse un poco de la violencia, del la corrupción, de su trabajo como representante legal de la idetorial mas grande del país. Pero la vida es extraña y uno nunca sabe lo que puede pasar en una cafetería del centro histórico de la Ciudad más grande del mundo, uno nunca se imaginaría que mientras lees la reseña de la victoria como visitante de los pumas sobre el San Luis la noche anterior, un grupo de cuatro mujeres con uniforme del palacio de hierro se sentaría en la mesa de enfrente. Es imposible saber que la sonrisa de una de esas mujeres llamara tu atención, y que rapidamente comenzaras a observarla por encima de las grandes páginas del periódico, alternando una mirada con un trago al jugo de naranja que te han servido. Así estaba aquel hombre, totalmente impactado por esa mujer morena de facciones rectas y finas de ojos oscuros y nariz afilada,cabello oscuro y lacio con un fleco que no acababa de gustare, para acentuar todo lo anterior cou unos labios delgados que hacían parecerle unas especie de princesa medio-oriental, demasiado impacto para la primera vez que veía a una mujer con el uniforme de una tienda departamental.
BAJO LAS LUNAS DE FEBRERO (fragmento del capitulo quinto)
Había cierta magia en el momento, los dos recargados en la pared del comedor del pequeño departamento. El lugar estaba iluminado solamente por la luz de las luminarias de la calle. Xavier pudo volver a contemplar el rostro de la mujer del fleco desde un angulo distino. En la cocina un fetuccini se calentaba a fuego lento. Parece que por fin había llegado el momento. Xavier giros sobre su lado derecho para quedar de frente a la mujer del fleco y la beso. La mujer del fleco respondio timidamente al beso pero después se apartó con un debil no que salió de sus labios recien besados. Xavier se aparto de ella y camino hacia la cocina dejando a la mujer a sus espaldas. Pero nuevamente se apodero de el aquella extraña sensacion de saber que el destino lo había llevado hasta allí, hasta ese momento a medía luz en su departamento, con la mujer del fleco a sus espaldas. Cuando un relampago del destino te llega de esma manera parece que no hay mas opci{on que volverte sobere tus espaldas y pronunciar en voz alta un fuerte si mientras tomas suavemente a la mujer del felco y la vuelves a besar. Esta vez el beso fue prolongado, con una dulce humedad que le hizo sentir una bochorno propio de una edad pasada "sera esto volver a los 17" pensó Xavier mientras seguía besando a la princesa medio-oriental.
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